lunes, 2 de junio de 2014

VI. TERCERA PERSONA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN LA REFLEXIÓN LATINA


El dogma de la doble procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo, se opone al error de que el Espíritu Santo procede del Padre y no del Hijo. En el Concilio de Toledo (589 d.C.) se añade la palabra Filioque  (y del Hijo), variando de este modo lo que Nicea había dicho en el Credo en donde se decía que el Espíritu Santo procedía exclusivamente del Padre.
“et in Spiritum Sanctum, dominum et vivificantem, qui ex Patre Filioque procedit " (“y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo")
Más allá de los dogmas y errores, este tema no originó mayores problemas en los primero 4 siglos.
Fue a inicios del siglo VII en donde se inician algunas controversias, siendo la más fuerte e importante la del siglo IX, con Focio en donde se opuso a  la inserción del Filioque en el credo de Constantinopla; para éste el Espíritu sólo procedía del Padre y no del Hijo. La misma posición mantuvieron a finales del siglo décimo otros Patriarcas y hacia la mitad del XI, el patriarca Miguel Cerulario renovó y completó el cisma griego.
El rechazo del Filioque o la doble Procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo, y la negación de la primacía del Romano Pontífice son los principales errores de la Iglesia Griega. Dentro de la Iglesia la doctrina del Filioque se declaró dogma de fe en el cuarto Concilio de Letrán (1215), en el segundo Concilio de Lyon (1274) y en el Concilio de Florencia (1438-1445). Así la Iglesia propuso de forma clara y con autoridad la enseñanza de la Sagrada Escritura y la Tradición sobre la Procesión de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

Representantes importante de la reflexión latina

1.- SAN AGUSTÍN





Fue un gran defensor de la divinidad del Espíritu Santo ya que con su  obra  De trinitate explica con profundidad teológica la divinidad de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, luchando contra la visión de los Arrianos que negaban la divinidad del mismo.
Para el Santo es fundamental explicar las Relaciones relativas de origen ya que éstas relaciones distinguen a las Personas divinas, pero estas relaciones se dan en el interior de una misma esencia divina, por lo tanto todo es idéntico en las tres personas.  
Vemos así, que San Agustín partiendo de la identidad divina llega a las relaciones  de las personas divinas. Es decir, usando los términos absolutos (que se aplican a todas las personas),  el Espíritu Santo tendrá los mismo atributos del Padre y del Hijo, es decir es también Dios  ( El Espíritu Santo tiene la misma naturaleza del Padre y del Hijo). Por ello define al Espíritu Santo como Charitas, ya que este atributo es común al Padre y al Hijo.
Y por otro lado, apoyándose en los términos relativos, que implican relaciones de oposición (el Padre no es el Hijo, el Hijo no  es el Padre, ni el Espíritu Santo es el Padre ni el Hijo),  concluirá, basándose en la Sagrada Escritura, que la tercera persona de la Santísima Trinidad procede del Padre y del Hijo, sobre esto dirá Yves Congar, que San Agustín, “no sólo afirma el Filioque más de una vez y sin ambigüedades sino que lo justifica partiendo del Nuevo Testamento”.

2.- SAN ANSELMO (1033-1109)



Escribió la obra el Monologion. Descubre en el espíritu humano una memoria de sí, una inteligencia de sí y un amor de sí, en los que halla al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
La esencia del Padre y del Hijo es la misma, se distinguen por la relación de engendrante y engendrado. El Espíritu Supremo se ama a sí mismo; el Padre y el Hijo se aman mutuamente, ese amor es el Espíritu que es el que procede. Se habla de una esencia divina y tres personas o substancias. Para Anselmo, el Espíritu procede del Padre y del Hijo.



3. RICARDO DE SAN VICTOR (†1172)
  

Escribe un De Trinitate.  Se interesa por la pluralidad en Dios. Así, donde no hay pluralidad de personas, es imposible que exista caridad; Dios es la suprema bondad y caridad.
El Padre es el amor puramente dado o gratuito; el amor recibido y que da es el Hijo; y el amor puramente recibido es el Espíritu. Define el concepto de persona como “el que existe por sí solo, según un  determinado modo de existencia razonable y que se distingue de todos los demás por una propiedad incomunicable”.
El Espíritu procede del Padre y del Hijo. Igualmente el Padre y el Hijo envían el Espíritu al hombre, para que este se configure con el Espíritu. Las personas divinas  se distinguen por el origen, según el amor.


4. SAN BUENAVENTURA Y ALEJANDRO DE HALES




Para San Buenaventura, el Espíritu es don y amor. El amor se entiende en Dios de manera esencial y nocional; según este último aspecto el amor es nombre personal de Espíritu Santo, Él es el amor del Padre y del Hijo. El Espíritu Santo procede del Padre en el sentido que el uno ama al otro, puesto que el Espíritu es nudo, lazo.


Alejandro de Hales (†1245) intenta conciliar a San Agustín con San Juan Damasceno en la cuestión sobre la procesión del Espíritu Santo. Dice Alejandro que el Espíritu procede del Padre y del Hijo, en cuanto que el Padre y el Hijo son Dios.
San Buenaventura lo concibe como trino y uno. De este modo, por la comunicabilidad soberana del Bien, existe necesariamente la Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. De la suprema bondad, se deriva una suprema comunicabilidad, luego una soberana configuralibilidad, de ello, una soberana coigualdad y, por consiguiente, una soberana coeternidad; y de esto se infiere una soberana cointimidad y, como consecuencia, una soberana circumincesión.

5. SANTO TOMÁS DE AQUINO






Sólo por la razón se puede conocer imperfectamente la existencia de Dios y algunos de sus atributos. Según la palabra de Dios y la fe existen tres personas en la unidad de la substancia divina.
Conserva los títulos correspondientes al Espíritu como don y amor.  En el espíritu humano, hay dos operaciones inmanentes, a saber, el pensamiento y el querer.
Existen dos procesiones en Dios, una por vía de la inteligencia y otra, por la voluntad, que implica movimiento. La palabra Espíritu Santo indica movimiento, dinamismo e impulso. Las personas divinas se distinguen por las relaciones, pero son idénticas a la esencia. Las personas divinas se constituyen por las relaciones de origen. El autor emplea la expresión “relación subsistente”. El

El Padre da al Hijo la facultad de espirar al Espíritu, pero los dos, el Padre y el Hijo, constituyen “los dos un único e idéntico principio”. En esta acepción concreta acepta Santo Tomás el “por el Hijo” de los griegos.
El Espíritu Santo es el agente principal que empuja a vivir las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad. La Iglesia está animada, unificada y santificada por el Espíritu Santo. 

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