jueves, 5 de junio de 2014

IV. LUCES DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD PARA EL HOMBRE DE HOY



Como un don que el misterio trinitario ilumina en la vida humana tenemos la dimensión personal, es decir conciencia del valor de la persona; abierta al encuentro, lo vemos en su apertura dialogal; comunicativa, es necesaria la comunicación de los bienes, ante todo los personales, los talentos que el Señor nos ha concedido, y también, obviamente, los bienes perecederos; y servicial de la existencia, como proyecto a realizar desde la propia libertad acogiendo el Plan divino.

También ilumina la realidad del valor infinito de cada ser humano, que es irreductible a los otros. Por la revelación de la comunión de la Trinidad en la unidad, que cada persona es para la otra desde su singularidad inconfundible.

Otra enseñanza para la vida concreta que brotan de la contemplación del misterio Trinitario, tenemos que ser persona es estar en reverente apertura al otro.

No se trata de que queramos entender el misterio de la Santísima Trinidad, esto es imposible. Jesús nos reveló ese misterio para mostrarnos el modelo de lo que deben ser las relaciones humanas de los cristianos. 

La Iglesia universal nos invita a "glorificar a la Santísima Trinidad" y la mejor forma de hacerlo es mejorando nuestras relaciones humanas y así vivamos la unidad querida por Jesús "que todos sean uno". Honrar a la Santísima Trinidad presente en nuestro corazón, en nuestro espíritu y en la de los otros, y también la honramos cuando nos esforzamos por entender que por el Bautismo estamos llamados a íntima unión de amor con las tres divinas Personas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario